miércoles, 24 de octubre de 2018

ALAS

 

Perder de vista las alas es fácil. Lo difícil es descubrir que siempre puedes encontrarlas de nuevo, que fuiste tú quien renunciaste a ellas y que no fue nadie quien te las cortó.
Detrás de cada espalda y de cada mochila cargada de piedras, hay un par de alas. Alas de goma, de acero, de seda… Lo peculiar de las alas humanas es que todas crecen sabiendo volar. Da igual de qué estén hechas o con qué las hayas recubierto. Ni siquiera importan los por qués, las prisas o las culpas que hayas guardado en la mochila.
Tampoco importa si la mochila ya se te ha convertido en joroba. Incluso en esos casos, siempre hay un par de alas a las que echar mano.
Así como las mochilas son para cargar, las alas son para volar.
No olvides nunca que estás viva, que tienes alas y que naciste sabiendo volar.

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